Atornillé tanta amargura en la garganta
que olvidé con el tiempo,
el dolor que produce el nudo del silencio,
que entumece la palabra y la cercena.
Colgada estoy en penumbra,
desgarrando escarchas tras los ojos,
para poder lanzar el grito al viento,
que libere los estigmas macilentos que lo oprimen.
Como obsesa, busco entre los pliegues de la piel,
orfandad y desabrigo que subsiste,
para arrancarlos y exiliarlos
a un vacío confín, donde no me fuercen
a ser esclava
que transite entre sus huestes.
Mª Isabel Sánchez Vizcaíno
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